Ha sido una decepción esta tercera parte de las Crónicas de Barsetshire, he llegado a tal punto de hastío durante su lectura que en determinado momento cuando ya se me estaba haciendo casi insufrible he optado por una lectura rápida, casi en diagonal. No esperaba que fuera mejor que las dos anteriores, pero sí que estuviera al mismo nivel, cual no ha sido mi sorpresa al encontrarme con una novela, para mi gusto, bastante anodina. No dudo que el tema de las diferencia sociales a la hora de contraer matrimonio pueda resultar atractivo bajo ciertas condiciones, pero en este caso para mí no ha resultado ser así, y quién sabe, muchas veces no es el libro sino el lector, a lo mejor no era mi momento. Lo que sí tengo claro es que la complejidad, tanto de trama como de los personajes, es bastante inferior a la de sus predecesoras.

El doctor Thorne, se hace cargo de la hija de su hermano, nacida en unas condiciones bastante peculiares: su padre muere asesinado por su cuñado, y su madre adquiere un compromiso con otro hombre dejando atrás al bebé a petición de su futuro marido. Dadas las circunstancias, la única familia que le queda —ya que el resto de ella desconoce su existencia puesto que les hicieron creer que había muerto— es su tío paterno.

A partir de aquí, la trama está centrada en la cuestión social y económica, sobre todo en lo relativo a los enlaces matrimoniales: compromisos aceptables o no dependiendo del abolengo familiar, relaciones convenientes o no dependiendo de la fortuna personal, matrimonios por interés pecuniario, etc, Pero esto no se circunscribe sólo a aquellos que están en lo alto de la escala social, también nuestro protagonista, el doctor, juega al mismo juego que los demás, porque le resulta admisible que su sobrina contraiga matrimonio con alguien de posición superior, pero en ningún momento contempla la posibilidad de que ella pueda llegar a casarse con alguien que él considera inferior. Quizás lo que le honra y lo diferencia del resto es que él ni por el dinero llega a plantearse una unión que le desagrada, pero pienso que esto se debe a que gran parte su resistencia más que a una cuestión social se debe a una cultural, o esta ha sido mi impresión al menos. Y en medio de toda esta serie de cálculos casi matemáticos sobre la elección de cónyuge, Mary y el joven Gresham se enamoran.

When a man's heart is warmly concerned in any matter, it is almost useless for him to endeavour to think of it. Instead of thinking, he gives play to his feelings, and feeds his passion by indulging it.

Es la primera vez que escribo una reseña sin terminar de leer el libro, lo haré esta noche, pero veo el final como si lo hubiera escrito yo, aunque yo nunca lo hubiera escrito: Mary termina convirtiéndose en una gran heredera, gracias a la fortuna ganada por su tío materno y a la muerte del hijo del éste, y todo arreglado.